POST-PANDEMIA
Plantean que el teletrabajo en el sector público llegó para quedarse
Miembros del think tank Governeo se encuentran estudiando el fenómeno del home office y consideraron que la dinámica del trabajo remoto se integrará al futuro de la administración pública luego del Covid-19. “Es esencial pensar la modernización tecnológica dentro de un proceso participativo estratégico que incorpore esta perspectiva incluyente, para evitar incrementar las desigualdades y salir fortalecidos de este presente de incertidumbre", remarcan
Plantean que el teletrabajo en el sector público llegó para quedarse
Teletrabajo, trabajo a distancia o remoto, home office son algunas de las denominaciones dadas a variantes de trabajo deslocalizado que se escuchan a partir del 19 de marzo, cuando comenzó la cuarentena en todo el país. Así, lo que parecía un proceso incipiente, pero de concreción lejana en el sector público, se adelantó como consecuencia de la crisis mundial sanitaria que obligó a empresas privadas y organismos estatales a tomar medidas urgentes para posibilitar la continuidad de sus actividades.

En este marco, el Estado en sus diferentes esferas debió readaptar rutinas, reorganizar el hacer cotidiano y, en algunos casos, crear plataformas digitales para poder seguir proveyendo servicios a la ciudadanía y gestionando políticas públicas imprescindibles para la preservación del tejido social.

“Las organizaciones estatales han sido, en esta coyuntura histórica, quizás las más tensionadas por la crisis sanitaria global. Las exigencias son múltiples y de variada índole. A la prestación presencial de servicios definidos como esenciales, tales como los de salud, de seguridad, defensa, etc., se incorpora una gama prestaciones on line en educación, justicia y servicios diversos a la ciudadanía”, comentan desde Governeo.

Sostienen, además, que: “a pesar de las dificultades, las organizaciones estatales emergen como las únicas en condiciones de gestionar lo impensado y de brindar una red de contención social ante la crisis. La pandemia pasará, pero situaciones de crisis similares puede repetirse y debemos hacernos una pregunta fundamental: ¿Qué Estado necesitamos construir?”.

La respuesta aún no ha sido develada. Llevará tiempo y un proceso de reflexión y trabajo colectivo. Sin embargo, desde el think tank bonaerense consideran que la crisis es también una ventana oportuna para explorar nuevas modalidades de trabajo y su impacto en la cultura de las organizaciones y en las subjetividades de sus integrantes de cara a lo que algunos gustan llamar “la nueva normalidad”.

Desde esta óptica, destacan que “la mayor parte de las administraciones públicas están prestando servicios a la vez que se enfrentan a las complejidades adicionales derivadas de la necesidad de una mayor intervención social para amortiguar los efectos de la crisis, y del uso intensivo de soportes tecnológicos para cuyo manejo en gran escala no estaban totalmente preparadas, por carecer de una infraestructura TIC suficiente, consolidada y madura”.

Como bien señalan, el teletrabajo no es un asunto novedoso. Lo disruptivo fue su repentina extensión por la pandemia. En 2003, con la orientación del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, se creó a nivel nacional una Comisión de Teletrabajo tripartita donde se discutió la necesidad de darle un espacio y marco formal al teletrabajo. El objetivo era promoverlo como un medio para la creación de más y mejor empleo, la superación de asimetrías de desarrollo regional, brechas sociales, el desarrollo de nuevas competencias laborales y la optimización de la calidad de vida de los trabajadores, entre otras cuestiones.

Avanzando en el tiempo, en 2017, desde la Secretaría de Trabajo nacional, se hizo un relevamiento sobre la extensión del teletrabajo en el sector privado que arrojó los siguientes resultados:

*Del universo de trabajadores/as del sector, sólo un 7,8 por ciento habían prestado servicios bajo dicha modalidad,

*Entre estos, se observó un fuerte predominio de la franja etaria que va de los 26 a los 35 años (97,4 por ciento, pese a que sólo representaban el 35,4 por ciento del total del universo trabajador).

*Sólo el 3 por ciento de las empresas aplicaban el teletrabajo en sus procesos.

Es decir que se trataba de un universo muy acotado -el sector del software es, sin dudas, pionero y motor del avance del home office- y pocas organizaciones lo consideraban seriamente como una modalidad estable de trabajo. Al día de hoy, el teletrabajo no cuenta con una norma específica que regule sus características particulares, rigiéndose por las normas laborales de aplicación general.

Sin embargo, desde Governeo afirman que es posible “imaginar un futuro híbrido, donde las administraciones públicas concilien el trabajo presencial y el virtual, tanto en sus procesos internos como en la interfaz con la ciudadanía, de manera que se amplíen las relaciones mediante diversas plataformas y soportes tecnológicos adaptados a la heterogeneidad de sus beneficiarios y a las diversas habilidades y aptitudes de sus integrantes”.

Para esto, es preciso una planificación adecuada, que no solamente consolide la infraestructura TIC de las organizaciones estatales, sino que atienda a la superación de brechas como la digital y de hábitat, entre otras. Hoy, la pandemia nos iguala ante el riesgo de la infección, pero nos muestra, de la peor forma posible, las profundas desigualdades subyacentes de una sociedad donde no todos tienen acceso a un empleo formal e ingresos estables, o a una vivienda digna y con adecuada conectividad digital -imprescindible en la era del conocimiento- que les permitan ser parte del proceso de cambio, aprovechando las oportunidades para mejorar su calidad de vida, a la vez que incrementan la calidad de su respuesta a la ciudadanía.

“Es esencial pensar la modernización tecnológica dentro de un proceso participativo estratégico que incorpore esta perspectiva incluyente, para evitar incrementar las desigualdades y salir fortalecidos de este presente de incertidumbre”, remarcan a modo de conclusión. Se trata, evidentemente, de un proceso abierto que demandará de un trabajo conjunto a lo largo de los próximos meses.
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